Lou Reed

Flashes de música inolvidable empapados de cinismo.      

”La música es todo. La gente debería morir por ella.  Hay gente que muere por muchas otras cosas, así que ¿por qué no por la música?” – Lou Reed

”Un acorde está bien.  Dos acordes y lo estás forzando. Tres acordes y es Jazz” – Lou Reed

Mejores Discos
Transformer (1972)
Berlin (1973)
New York (1989)

Nunca quedas mal con nadie.

Hay una canción de Los Prisioneros llamada “Nunca Quedas Mal Con Nadie” (1984) donde el trío chileno describe a un “barbón, mala copia de un gringo hippie” que se une a todas las protestas que se ponen de moda: ecología, pacifismo, intervencionismo y demás, pero realmente sus protestas no son ni sentidas, ni efectivas, ni en realidad le interesan mucho, ya que este personaje de “bolsito y de poncho artesanal” protesta más que nada por moda, no se las juega por nada y “nunca queda mal con nadie”.

Si se tomara esta canción y se cambiara la dirección de la letra 180 grados, para crear una que se titule “Siempre quedas mal con todos”, posiblemente el artista al que mejor le calzaría esa letra sería Lou Reed.

Y es que Lou Reed, que con sus canciones no quiso cambiar la forma de pensar de nadie, llevó una vida personal y artística guiada por su sarcasmo, cinismo y la nula voluntad de ser simplemente buena gente con cualquier persona que tenía que interactuar con él por cualquier motivo.

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¿El arte por sobre el artista?

Hay un altísimo porcentaje de la población no argentina del mundo que no puede apreciar el genio futbolístico de Maradona porque la vida personal y comentarios del mítico 10 le resultan demasiado tontos o ridículos.  Hay otros a quienes eso no importa mucho y pueden separar al genio dentro de la cancha del polémico fuera de ella.

De esta misma forma hay quienes no pueden apreciar la música de Lou Reed porque su personalidad es demasiado antipática.

¿Se debe admirar al arte dependiendo del artista que lo produce o se debe separar al arte de su creador?

Yo particularmente creo estar en el grupo de los que pueden separar al arte del artista, pero me cuesta muchísimo aplicarlo a todos los casos. Puedo apreciar con gusto las genialidades futbolísticas de Maradona pero a pesar de que U2 tiene varias buenas canciones, me resulta muy pesado escucharlos cuando pienso en su “nunca quedas mal con nadie” frontman Bono.

Hasta resolver este acertijo ético y moral voy a mantenerme temporalmente con mi opinión que el arte debe ser apreciado independientemente del artista, pero este asunto es, sin duda, un buen tema de conversación con los amigos.

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La herencia de Lou Reed y su clásico “Transformer”

Sobre The Velvet Underground ya se escribió otro artículo en Vinilo y Bits donde se menciona la conocida conclusión que no es la banda más popular de la historia, pero debe estar entre las más influyentes o como lo dijo alguien, “el primer disco de los Velvet Underground solo lo compraron 500 personas, pero esas 500 personas todas empezaron un grupo”.  Lou Reed junto con John Cale fueron el cerebro detrás de los Velvet Underground y esto es razón suficiente para que Reed entre al grupo de las leyendas del rock, sin embargo queda el pendiente de analizar su obra como solista.

Sobre el arte de Lou Reed en solitario, aparte de la famosísima “Walk On The Wild Side” y la menos famosa, pero también famosa “Perfect Day”, casi no se conoce nada más. (Perfect Day debe mucho de su fama al espectacular uso que se le dio en Trainspotting).  En mi caso particular llegué a Lou Reed de carambola, ya que una vez leí una biografía de Pink Floyd donde el autor mencionaba que “The Wall” posiblemente pelea el puesto del álbum más deprimente de la historia con “Berlin” de Lou Reed.  Siendo un adepto entusiasta del rock deprimente, puse a “Berlin” de inmediato en mi lista de discos a comprar y milagrosamente lo encontré en Quito, empaquetado en una edición doble de bajo costo junto con su hermano más conocido y alegre, el también mítico “Transformer”

Las canciones más conocidas de “Transformer” pusieron y siguen poniendo a Lou Reed en el radar de la gente no aficionada a Lou Reed. Tal como “Wish You Where Here” es la canción de Pink Floyd que gusta a todos los no aficionados a Pink Floyd y la misma historia con “Creep” y Radiohead.

Este disco relativamentre fácil de digerir y de aire lúdico fue considerado como la respuesta estadounidense al Glam Rock inglés de T. Rex y David Bowie, pero para Reed el estar en la vereda más concurrida de la fama no era una cosa que le venía bien.  La gira promocional de “Transformer” fue larga y decadente por lo que puso al moralmente enclenque de Reed al borde del colapso a golpe de drogas duras y auto abusos de toda clase.  Hablando de abuso, tras la gira, Reed se casó y en menos de un año se divorció entre otras cosas porque fue acusado de abuso físico y mental por su esposa.

La desafortunada esposa de Reed, Bettie Kronstadt al menos tuvo el dudoso consuelo de pasar a la historia musical como la musa para esta “película para los oídos” como Bob Ezrin bautizó al disco que siguió a “Transformer”, el ultra mítico “Berlín”.  Otros dicen que la musa para “Berlín” también fue Nico, pero fue Bettie realmente la que se cortó las venas.  En todo caso, al finalizar “Berlín”, tanto Reed como el productor Ezrin y los músicos quedaron física y moralmente agotados y deprimidos al punto que el productor insistió en simplemente guardar las grabaciones en una caja, meterlas en el closet y olvidarse de ellas para siempre, “por el bien de todos”.  Por fortuna no fue así.

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La obra maestra “Berlín”

Si “Transformer” fue una gran fiesta, “Berlín” fue la mañana siguiente con resaca física y moral. Sin embargo esta resaca gris y deprimente, que en su lanzamiento no logró muchos halagos, poco a poco fue creciendo de forma enmarañada en el subconsciente colectivo del rock hasta ser considerado ahora como unos de los discos más importantes de la historia.

Después de escuchar por primera vez “Berlín”, este disco no solo cumplió con la promesa inicial de ser muy deprimente, sino que se convirtió en uno de mis favoritos de todos los tiempos.  Es uno de esos pocos discos que uno puede escuchar y escuchar y no contento con escucharlo decidí transcribir todas sus letras (principios de los noventas, sin internet todavía) a fin de entenderlas, memorizarlas y analizarlas. “Berlín” en efecto es una de esas obras maestras que resiste el paso del tiempo y las múltiples repeticiones sin gastarse, sin perder su capacidad de maravillar al oyente con base en esa historia sórdida y triste de relaciones conflictivas, adicciones y suicidio, todas vistas con un desdén frío y sarcástico por el narrador.

Lo interesante de “Berlín” es que a pesar de su temática densa y gris, es un disco que tiene momentos inolvidables de una belleza y tristeza increíbles, como esa escena magistral cuando en “Caroline Says II” Reed canta que ella puso su puño a través del marco de la ventana y fue un sentimiento tan “especial”, (sonidos de campanillas acompañan a la letra cuando la mano pasa por el vidrio de la ventana) y esta escena se repite en “The Bed” donde Reed canta una y otra vez (o narra con su voz desprovista de cualquier sentimiento, como siempre lo hacía Lou Reed en lugar de cantar) sobre esa fría y fatídica noche donde ella se cortó las venas.  Y el llanto de los niños que extrañan a su madre y que irritan al oyente porque lloran y lloran de manera molesta por un buen rato y donde muchos oyentes simplemente aplastan el “fast forward” porque es demasiado.  Y Lou Reed después de todo se asombra de lo bueno que fue con ella, porque cualquier otro le hubiese roto ambos brazos…

En mi opinión personal, el Lado B de Berlín (con sus 4 excelentes canciones) es un gran candidato para calificar como los mejores 25 minutos de música continua de la historia del rock.  Así de simple, y por esta única razón Lou Reed, fuera de The Velvet Underground, se gana un bien merecido puesto entre los inmortales.  Por hacer un álbum que es tan impactante y artístico como es depresivo y desesperanzado, pero más que nada por hacerlo tan bien.

Nunca Reed hizo ni haría nada mejor que lo que alcanzó con “Berlín”, pero este disco no es una píldora fácil de tragar ya que está lleno de irregularidades y partes filosas por todos lados, así que es recomendable tomar precauciones antes de consumirlo.

Lou Reed

Genio y Figura…

Hay más de veinte discos de Lou Reed hechos después de “Berlín”.  Algunos son buenos, otros son regulares, pero ninguno superior a sus dos obras de 1972 y 1973. “New York” de 1989 es tal vez el que más se acerca a la calidad de los anteriores.

Hay una anécdota que cuenta que a mediados de los setentas y con su creatividad en números rojos, Lou Reed se metía al CBGB con una grabadora bajo el abrigo para robar las ideas musicales de los grupos emergentes de esa época.  Los integrantes de Television, que habían oído de esto lo atraparon en el acto y después de que Reed negara muchas veces que tenía una grabadora bajo el abrigo, dijo, “OK, OK, aquí está”, les entregó el cassette y se fue mandando al diablo a todo el mundo.

Lou Reed murió el 27 de Octubre del 2013 y a pesar de que nunca quedó bien con nadie; yo, que nunca tuve la mala suerte de conocerlo, no lo extrañaré, pero seguiré apreciando su música.

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